Cazuela en casa

ay! cazuela de mariscos! llegaste a mi vida casi sin esperarlo, arremetiendo entre otros platos a los que creía que serían mis favoritos por siempre y a pesar de no aceptarte durante muchos años, por mi prejuicio o por mi ignorancia, ahora no puedo vivir sin vos. Pienso todo el tiempo en el momento en que vuelvas a compartir mi mesa, sentir tu calor, tu aroma, esas sensaciones únicas que generás en mi boca. Y cada vez que te vas me siento completo, feliz, tu olor queda impregnado en cada rincón de la casa durante días, y los recuerdos! los recuerdos... como aquella vez que pinché un langostino tan grande y tentador... juro que me guiñó un ojo justo antes del momento en que con un beso mortal lo engullí para siempre en mi memoria. Te quiero, sabelo, y nada va a cambiar eso, por más que algunas veces te sienta más desabrida que otras, o me caigas un poco pesada, son cosas que puedo entender y que no van a empañar la felicidad incondicional que me das cada vez que entrás en mi casa.
Con todo mi amor, camilo